Hoy mi voz se dirige a ti, hermano, desde la plenitud clara y radiante que desprende el recuerdo de valor que albergo en mi mente. Juntos crecimos entre la distancia y la cercanía, pese a las circunstancias fuiste valiente y no decaíste ni por un momento, eso vi en ti.
Hermano, eres grande porque el esfuerzo, la constancia y la disciplina fueron tu eje; el progreso, el éxito y el triunfo tu consigna. Tuviste un corazón arrogado y tenaz como herramienta para lograrlo todo; consecuente siempre, racional e inteligente, emocional y mentalmente, claro de carácter firme digno de un luchador, consiente y colaborador, siempre junto a quienes amas, el conocimiento fue tu as bajo la manga y tu actitud frente al mundo tu carta de presentación, eso admiré de ti.
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Apreciaste, el fondo y no la forma de lo que a simple vista es tan incierto o difícil de comprender. Duro más no insensible, coherente e inquebrantable ante cualquier problema. Con errores normales por tu condición de ser humano lo que no opaca en absoluto tus virtudes y nobleza, aguerrido profesional en lo que haces, eso conocí en ti.
Nuestros padres nos enseñaron a ser buenos, y eso siempre es lo que percibo de ti. Para mi hermano, lo material ha sido un medio más su realización personal y la de su familia, una meta, un fin. Me has enseñado que en la vida todo es posible y se puede lograr, que aquello que parece ser complejo en realidad es sencillo, que hay que trabajar duro para lograr lo que se quiere, esa es la vida y lo que acarrea según mi hermano. Eso aprendí de ti.
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Soy un hombre medianamente bueno, porque tuve la fortuna de contar en el camino con seres invaluables y que suerte que uno de ellos seas tú, hermano.
Te quise al conocerte
Te quiero hoy
Y te querré mientras mi alma y mi corazón sus fuerzas conserven
Tal vez incluso más allá, es éste mi pensamiento alentador, hermano, un sentimiento para ti, que nació de mí, esto fue lo que escribí.
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