Fue un viernes 11 de mayo cuando a eso de las 6:30 pm, todos arribamos al lugar, algunos exhaustos por el camino y por el transcurrir normal del día, cargado de trabajo preocupaciones y responsabilidades. Asistimos unos minutos antes de las 7: pm al planetario distrital de Bogotá, donde teníamos cita con mi compañera de la universidad Julie, con el fin de reunirnos para apreciar un espectáculo de luces cargado a su vez de Rock, a cargo de la legendaria banda británica Queen en voz del gran cantante Freddie Mercury Q.P.D. Interpretando sus más grandes éxitos.
Teníamos gran expectativa, ya que aunque fue de último momento que nos enteramos del tan nombrado evento, nos embargaba una gran ansiedad por lo que nos íbamos a encontrar en él. La idea de una proyección de luces, animada con canciones tan icónicas como las de Queen, le daban a los asistentes una gran ansiedad por el inicio del concierto. Lo cual impregno de un matiz y un estilo muy particular al mismo.
Siendo las siete y cinco de la noche ingresamos al domo principal del planetario, tomamos asiento y empezaron la antesala, o protocolo logístico previo; tal como en un estadio en la espera del partido de futbol. El evento era corto, solo iba a durar una hora, sin embargo se preveía una inesperada fiesta visual y auditiva.
Luego de ello, el salón completo se quedó a oscuras y tras un momento de silencio, inicio lo que sería una proyección ascendente guiada por un reflector antiguo ubicado justo en medio del lugar, que refractó el preludio de efectos visuales abriendo su estela de figuras coloridas; a partir de las cuales empezó a oírse la melodía conocida por todos. La primera canción en sonar fue Don´t stop me now, y con ella florecieron las primeras siluetas y conjuntos de dibujos reflejados en lo más alto del domo y pensé entonces, que aquello era como dar un vistazo más allá del cielo. Ósea, al espacio exterior.
Fueron inevitables las reacciones del público, unos comenzaron a mirarse entre ellos, o al menos eso paso con mi compañera y su esposo quien la acompañaba esa noche, ya que él era también amante de la música Rock y quería saber de qué se trataba. Otros asistentes, que iban en grupos más numerosos que el nuestro y que se ubicaron alrededor igual que nosotros reían, silbaban, conversaban en voz baja y se ponían cómodos ante el sonido ensordecedor en el mejor sentido de la palabra, tan excitante y envolvente que causaba impresión, y una serie de sensaciones que les ofrecían las melodías combinadas con los múltiples gráficos apreciados en ese momento.
Aquella temática que se diseñó, fue especialmente acomodada de manera muy meticulosa, puesto a que coincidía perfectamente con la rítmica y tempos musicales. Números como como el de I want to be break Free, Its a hard life o Friends will be friends, iban muy de la mano con el telón mágico de fondo. Una serie de figuras luminosas resaltadas a partir de esquemas estéticos, convertidos en hologramas que dramatizaban el sonido y las frases que deleitaban nuestros sentidos.
Las agrupaciones de imágenes llevaban consigo una simbología implícita, la cual iba de acuerdo con la significancia, sentido emocional y social que pretendían expresar los contenidos de cada canción. Junto a cada figura, venia un ritmo, una pausa precedía a un sonido que aparecía en simultaneo con la melodía, los compases estaban tan adheridos a las siluetas y a los brillos, que era como danzar con ellos mirando al cielo, y precisamente cuando reprodujeron temas tan emblemáticos como Bohemian Rhapsody, We well rock you, Somebody to love y Under pressure entre otras, generaron un ambiente de armonías perfectas, acompañadas con secuencias de trazos dibujados. Esto provocó en sus Fans más fervientes, recordación y euforia por oír algo tan clásico adornado con la asombrosa tecnología actual.
Al contemplar lo alto del planetario las emociones para los que nos encontrábamos allí, eran de sorpresa y asombro al mismo tiempo. Esto tal vez, se debió a que los arreglos visuales nos trasladaron a la época aquella entre los años 80s y 90s. Nos hicieron recordar anécdotas a todos junto a We are the champions.
Todo en cuanto a la musicalización, los solos de guitarra, de piano y los coros vocales tan impostados, eran representados exactamente con lo que aparecía frente a nuestros ojos, tanto las notas de la canción, como los tiempos y movimientos de las imágenes actuaron en sincopa. De modo que, las palabras eran intercambiadas por gestos de impresión en nosotros y en quienes rodeaban el lugar.
Por su parte, las líneas dibujadas y las formas plasmadas en cada recuadro, ponían nuestra atención fija en ellas, incluso si nos concentrábamos un poco, se sentía como si estuviéramos moviéndonos hacia el mismo sentido con la presentación.
Fue entonces, cuando el evento llegó a su apogeo final y en ese lapsus sorprendente en el que se entrelaza lo que se escucha y ve, miramos el reloj, como deseando que no pasara tan rápido el tiempo. Sabíamos que no iba a durar mucho, que una hora para la música es como un minuto de fama. Es decir, quieres que no termine o que dure más al menos.
Finalmente culminó la proyección y a la salida, creo que todos coincidimos al decir, ¡Qué gran evento!, ¡Qué espectáculo! Con lo cual, hoy afirmo que fue un gran viaje por la música y el recuerdo, aquella noche cuando el firmamento se vistió de Rock.
Puedes seguir a Mundo 724 en Facebook y Twitter, o suscribirte aquí a la Newsletter.
Foto: Carlos Eduardo Chauta Cárdenas – Facebook @BohemianRhapsodyMovie & @Queen