Jean Carlo Mejia Azuero. MCL – PhD
Asesor y consultor internacional
Docente e investigador de la UMNG
Facultad de Derecho Campus

«Desconocer una verdad me hace esclavo de una mentira».

«La disciplina tarde o temprano vencerá a la Inteligencia».

Los japoneses no son más inteligentes; los alemanes tampoco; menos los coreanos del sur. ¿Qué los diferencia de los latinoamericanos y especialmente de los colombianos? La disciplina.

El mejor talento es ser disciplinado y esta palabra poco tiene que ver hoy en día con terceros que colocan reglas, exigen respeto, dan  órdenes, o  en algunos casos maltratan para ser seguidos.

Imagen tomada de webconsultas.

La disciplina es saber interna y luego colectivamente qué se quiere, para dónde se va, y cómo se logran los resultados siguiendo procesos. Así mismo disciplina es respetar el tiempo propio y el de los demás. Cumplir con los compromisos; autocontrolarnos; reglas propias sustentadas en inteligencia emocional. Autodisciplina.

El colombiano sí es muy inteligente, recursivo, arriesgado, innovador, sagaz. ¿Pero disciplinado?,  ¿Sabemos cuándo empezar algo?, ¿Seguimos los procesos?, ¿Necesitamos una voluntad externa siempre? Disciplina es dar buen  ejemplo, seguir hábitos saludables. Hacer las cosas porque nacen de un compromiso, vocación, mística y conocimiento.

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En nuestra cultura el disciplinado pasa por ser el amargado, el diferente, el cascarrabias, el solitario, el nerd o el impopular. Incluso en nuestra cultura a la persona que es disciplinada no en pocas ocasiones se le confunde con el autoritario, rígido, inflexible y tirano. Pero cuando llegan los resultados en aspectos esenciales de la vida, fruto de procesos complejos y exigentes, el disciplinado resulta ser el buscado, consultado, el contratado, el elegido; el líder o lideresa.

La disciplina jamás es maltrato ni imposición; es hábito y surge como el reconocimiento de la dignidad propia y el incremento de la autoestima individual y colectiva.

Toda cultura puede cambiar, evolucionar, variar para mejorar. Tenemos en nuestras manos decisiones vitales. Toda disciplina comienza en nuestro interior. Podemos construir mucho con palabras como «persistir» e «insistir», siempre ligadas a hábitos saludables.

Imagen tomada de trabajaytriunfa.com

Los mejores no son los más inteligentes son los más constantes en sus propósitos personales y colectivos. Los corredores de distancias largas lo saben. Todo disciplinado tiene un norte claro, y aunque se pierda varias veces como humano en el camino, siempre vuelve, tarde o temprano a él.

El disciplinado valora el esfuerzo en el proceso, la lucha, no importando el resultado. Los resultados sin procesos de autodisciplina son una manifestación del ego, no del amor y como tales no perduran en el tiempo y resultan ser fácilmente variados u olvidados.

Finalmente la disciplina no puede convertirse en un dictador interno que lleve a un desbordamiento emocional. La autoexigencia es esencial pero tiene una señal de «Pare». Jamás la disciplina exige el sacrificio de la salud espiritual y emocional. Menos el abandono de la familia, único crisol del éxito verdadero.

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La autodisciplina nunca generará entornos de desequilibrio. Todo exceso en la vida es perjudicial. Para desarrollar disciplina  se requiere de formación de hábitos (etapa dura), autocomprensión (Auto disciplina amorosa con reglas y límites), progresividad y gradualidad. La disciplina es sinónimo de constancia.

En la actualidad hay que entender que se necesita disciplina para cinco  aspectos esenciales en la vida:

1.  Ser espirituales. (Solución vital de los más grandes problemas alrededor de una creencia sobre el amor y la existencia de un ser superior).
2. Formar y desarrollar valores y principios. (Hacer las cosas habituales sin hacernos daño y sin maltratar a otros, cumpliendo con ciertos preceptos sustentados en el No daño).
3. Aplicar valores y principios. Servir estudiando, trabajando, liderando procesos de vida).
4. Levantarse una y otra vez ante las pruebas de la vida. (Resiliencia).
5. Llegar a resultados solo a través de procesos. (No cultura de la ilegalidad o del facilísimo).

Los colombianos podemos cambiar creyendo y creer es cuestión de fe, de perseverancia en ella, de un trato amoroso hacia nosotros para lograr generar empatía con los demás. Es eso disciplina con amor. Lo que la mente cree la mente lo crea. Paso a paso.

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