Imagen. Alberto Lleras Camargo, en compañía de los altos mandos militares – 1960. Tomada de www.uniandes.edu.co
Jean Carlo Mejía Azuero. MCL – PhD.
Docente e investigador.
Asesor y consultor internacional
A propósito del soldado ciudadano, terminó que hemos desarrollado desde la academia, es esencial en el actual contexto, más para las relaciones civiles y militares, recordar estas palabras de Alberto Lleras Camargo como presidente en 1946 al reinaugurar los programas curriculares de la Escuela Militar de Cadetes, General José María Córdova.
En Colombia amén de algunos sectores académicos y políticos se estructuró una pésima interpretación del famoso discurso del teatro Patria (mayo 9 de 1958), pronunciado por el mismo Lleras Camargo como primer presidente del Frente Nacional, para sustentar un argumento alrededor de la absoluta independencia de los militares en asuntos de defensa y «orden público» frente al poder político (La falsa doctrina Lleras).
Imagen tomada de Twitter @Col_Ejercito
Nada más falso, como lo hemos demostrado en varias investigaciones que invitan además a efectuar una lectura completa y comprehensiva, si se quiere una taxonomía sobre la obra del presidente liberal y su relación con los militares desde incluso antes de la intentona de Pasto.
El soldado colombiano lleva en su ADN la civilidad, aunque hay que decir que después de una guerra larga y degradada, algunos en particular perdieron el norte en relación con el significado deontológico del juramento de defensa a la Constitución y desviaron interpretaciones sobre términos como pueblo, patria, estado y nación.
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Pero nos preguntamos, ¿Acaso eso no ha pasado con toda la sociedad? Aquí la primera víctima no ha sido la verdad en la guerra, sino los conceptos; por ellos ahora lo bélico ha trascendido al espacio de la memoria como un campo de batalla estratégico en plena era de la postverdad.
El soldado de honor siempre defenderá al pueblo, razón de ser del estado, razón de ser del concepto patria, razón de ser de la Constitución que defiende. El soldado es soldado solo si entiende el sentido y valor de la democracia y el alcance de su ciudadanía, máxima expresión de su dignidad.
Imagen del libro «El Soldado Ciudadano» de Jean Carlo Mejía Azuero.
«Esta escuela es, aparentemente, la etapa en en que el civil y el militar se separan. Pero, pero deber ser, en mi concepto, el momento en que más se confunden, identifiquen y asemejen. Aqui esta el crisol en el que ha de fundirse el colombiano que quiere la Constitución; un funcionario de la defensa, un delegado del pueblo para una misión de alto peligro. Vale decir, el soldado de la democracia. En otras naciones, las Academias Militares son una especie de noviciado para la profesión de un voto que corta toda la relación con el mundo y en ellas se trata como tarea básica la de ir haciendo desaparecer en el Cadete lo que pudiera tener del ciudadano, como en ciertas órdenes monástica se reprime y se extirpa en el monje lo que trae de humano (…) Nuestra Escuela Militar, desde el año próximo, abre sus puertas a muchos más colombianos. En apariencia no se hace sino ampliar la capacidad del Instituto pero, hay en la reforma, un espíritu que refleja lo que quieren los altos mandos militares para las Fuerzas Armadas. Ante todo, una más estrecha conexión entre ellas y el resto del pueblo. » Alberto Lleras Camargo. Ministerio de Guerra. (1946). Memorias. P. XIII.