En la esfera pública, se expiden a diario los comentarios y apropiaciones personales de algunos personajes, quienes tienen un  amplio conocimiento y conservan los recursos y competencias aptas para hablar de determinado tema, persona, hecho o acontecimiento que afecta a la sociedad desde diversos frentes.

Los llamados editorialistas, columnistas y hacedores para artículos de opinión, se sirven de herramientas como en el caso del medio impreso (Periódico), para con ello emitir un juicio o punto de vista critico acerca de dichos acontecimientos que surgen a diario en materia de actualidad política, económica, social, cultural, de desarrollo entre muchos otros sectores, lo cual surge del ámbito popular y de conocimiento general o quizá privatizado; son datos que se aterrizan en una observación y análisis por parte del escritor que intenta llevar a la luz pública algún tipo de realidad, dando a conocer su postura a la vista de quienes acceden a su contenido y emiten su propio juicio al respecto.

El país atraviesa hoy día, una situación política y social tensa y abrumadora, llena de incertidumbres, debates, injusticias e inconformidades así como de una trascendencia económica y de orden político poco favorable que implica de una u otra forma cambios en la vida y en el devenir social del pueblo.

Este grupo de profesionales que ejercen sus actividades como redactores y desenvainan por así decirlo su pluma ante nosotros, son personas que parten no de un supuesto sino de una información fiel que pretende a todas luces la veracidad, pero que es permeada y condicionada algunas veces para ser publicada sólo por el interés del medio de comunicación o de algún ente en particular; dirigidos a la ciudadanía, estos textos son llevados a la óptica general de los espectadores.

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Dicha información en otras ocasiones, es suministrada por algunos medios masivos o alternativos que no se encuentran tan “restringidos” y permiten contar las cosas como son, sin tapujos y totalmente puestas al desnudo de la subjetividad y expresión natural del redactor, quien brinda un pensamiento que deriva justamente del proceder justo o en su mayoría equívoco de todas aquellas figuras públicas o de influencia nacional del momento.

Es entonces cuando salen a flote todas las funciones del redactor, para hacer uso de ellas y de los mecanismos comunicativos, con el fin de desplegar ante el pueblo verdades escondidas, impunidades, actos injustos, crisis, procesos, malos manejos, toma de decisiones y todo tipo de dinámicas que ameriten por parte del profesional una reflexión y una mirada crítica  en términos de empatía o desaprobación para estos temas, según ellos mismos lo determinen.

Al llevar a cabo ese análisis crítico y descriptivo sobre todas estas áreas en la vida de un país tan maltratado por la corrupción, la mentira y la manipulación como Colombia, el periodista, escritor o líder de opinión nos trae consigo una percepción personal clara y rotunda frente a cualquier circunstancia.

Dentro de la relación entre emisor (Escritor), y receptor (Lector), puede que logre captarse la atención de este último y así se cree en él cierto tipo de afinidad con el autor y que coincida con su postulado, lo cual luego, daría lugar a que sea partidario de su pensamiento y analogía lo que nos hace pensar en el eterno dualismo por el que atraviesa esta nación, el acuerdo o desacuerdo por la polarización tal vez conveniente para el poder establecido y para sus fines de control hegemónico sobre las masas.

No obstante los datos y pruebas descritos en estas editoriales, artículos y columnas someten a su autor a una responsabilidad con lo que escribe, con su oficio se expone a respuestas por su trabajo o incluso a represalias de cualquier índole por parte de quien es objeto de su opinión debido a la censura y a la carente libertad de prensa que existe, por ejemplo: como ha sido el caso de Daniel Coronel o María Isabel rueda, quienes disponen de toda su envergadura y experiencia profesional, para dar a conocer con propiedad todo lo que se esconde detrás del quehacer político y de sus partícipes, quienes con sus actos dan rienda suelta al ventilador por así llamarlo, el cual procede de su educación potencialmente codiciosa, ventajosa y corrupta con la cual la mayoría de ellos han sido formados.

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En un concepto personal, podría ser valerosa la intervención de estas personas que nos transmiten su punto de vista claro y objetivo aunque por el contrario podrían también llegar a ser catalogados por otros de chismosos o mentirosos. Sin embargo, lo hacen comentan, opinan y revelan todo lo que saben tomando toda una  investigación previamente comprobada y construida a título propio, lamentablemente a riesgo de su profesionalismo, su integridad y hasta de su propia vida.

Por tanto, el país debe apreciar a la opinión pública, como una crítica a quien la merece, una verdad para quien la esconde, un esclarecimiento o por otro lado una afirmación amable a quien la gane a partir de su propia lógica de acción, con lo cual les evitaría el escarnio público negativo, lo que por cierto debería ser lo más correcto y sensato para este país en virtud de las organizaciones políticas para futuros mandatarios o entidades que quieran saber llevar las riendas de esta sociedad, en cuyo caso, se generaría para estos una buena reputación y una opinión justa de su proceder seria reconocida, lo que sin duda es una utopía, pero vale la pena pensar en imaginarios de este tipo, ya que no son ni los medios ni los que manejan la información que es transmitida, quienes deberían cambiar finalmente sino el estado mismo desde toda su estructura institucional y su actual aplicación, para que con ello cambie en la misma dimensión todo el espectro y los modelos socioculturales que poseemos todos los Colombianos, convirtiéndose la corrupción  en una educación ética a partir de lo que ya se ha visto y lo que no se pretende repetir, posiblemente cambiaria así la realidad fallida del sistema al que estamos sometidos, subyugados y por el que a diario nos sentimos diezmados sin poder hacer mucho más que emitir un juicio de alguna persona o exaltar una voz de protesta inconformista y radical que suena al unísono por la unión organizada de algún grupo social pero que es por desgracia callada debido a cuestiones ajenas a su potestad, sin que se logre por ende instaurar un cambio real y convincente en el país.

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