Como es de costumbre, el ser humano mantiene regocijándose en una parafernalia, compuesta por una arcaica formula de nefastos pensamientos más un panorama fatídico y multiplicado por ideales utópicos, teniendo un resultado igual de complejo a la NADA, donde la realidad y los sueños son una simple dicotomía. 

Entre el ser y el hacer a veces pareciera que se burlara en nuestras caras, como si fuéramos el chiste más jocoso del universo, generando una tautología entre la existencia misma, aceptándola muchas veces con resignación; donde la teoría y la práctica nos da la cabida para aceptar la gran brecha de la realidad que el ser humano ha conformado con el paso de los siglos.

No es difícil recordar esos mensajes en el que nuestros apreciados maestros nos expresaban sobre lo que es la vida misma, donde el trabajo en equipo es lo más importante; el entendernos, el pensar y ser críticos nos llevaría lejos; o comprender la profundidad que tiene una decisión bien o mal tomada para los demás. E incluso, saber tener el orden entre conseguir nuestros sueños mientras somos organismos dinámicos entre un ideal basado en un papel con valor, denominado capitalismo. Solo que no sabíamos que todo eso se iba a transformar en otro largo suspiro fuera de la comprensión de nuestra existencia. 

Pareciera que la realidad estuviera compuesta de la misma hipocresía, donde hay tantos ciegos, tantos mudos y tantos sordos, teniendo como excusa los miles de peros que nos atan a causa del incomprensible miedo. Cuando se es infante, tenemos claro que tenemos que ser los mejores, sacar las mejores notas, querer ser un ejemplo, un líder o un genio, y que posteriormente todo se vería reflejado en cada convicción, pero, casi siempre, pareciera que todo eso terminara empolvado igual que los títulos que se sacaron con tanto esfuerzo, dedicación y sacrificio.

Somos la representación misma de un papel más no del criterio propio, somos tal vez una cifra más, guiada por pocas personas astutas y el resto es la masa del miedo que ata la cordura o que genera esos sueños utópicos. Tal vez solo somos la hipocresía suprema a un falso ideal.

Estas palabras, este texto, podrá ser otra parafernalia más que tantas personas han plasmado en un papel. Pero, si todavía se sigue pensando en ello es por que como seres humanos venimos fallando, y para que toda esta tautología se rompa será hasta el fin de nuestros tiempos, porque es algo que en el genoma del hombre no podrá ser extinto.

Simples y complicados, dinámicos y estancados, posesivos y despreocupados, ansiosos y deprimidos, mentirosos y alabados… eso es lo que hemos venido expresando en la historia. Por ende, ¿eres más ser que hacer? O más ¿hacer que ser?

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