Una mirada socio- cultural y política de la problemática cauchera hasta 1932 en la guerra con el Perú.

Al adentrarse en las paradojas que supone los inicios del siglo XX, un periodo de entre guerras para Colombia; se finalizaba desastrosamente la guerra de los mil días con la inevitable separación del departamento de Panamá; todo se movía como un hilo desde la ciudad capital con su estrecha y aristocrática sociedad, los grandes terratenientes usufructuaban cada vez más la tierra de frontera, las haciendas con centros de producción masivos y de desigualdad económica dentro de un mercado que florecía como la orquídea: el caucho; las grandes compañías sobre todo norteamericanas dominaban la recolección y producción industrial de este producto: el neumático, en toda la cuenca del Amazonas que comprendía a Brasil, Perú, Venezuela, Ecuador y por supuesto, Colombia, donde el boom del oro blanco de la primera parte del siglo XX dejo huellas imborrables en las culturas indígenas, los colonos que buscaban nuevas tierras y la desolación traumática de un producto maravilloso para la naturaleza, pero de maldición para los países del sur.

Salir del costumbrismo de clases de la sabana de Bogotá suponía una travesía, una aventura que podía traer venturas, pero también desgracias. Arturo Cova poeta de buen haber, pero con poca fortuna y Alicia la doncella enamorada, que lo insta a salir de las cordilleras para adentrarse en una aventura, que su inocente conciencia no llegase a imaginar. Desde Caquezá comienzan a vivir una increíble historia de aventuras, él sintiendo como una carga  tener que estar protegiendo a Alicia y ella llena de vida y con ganas de sortear la entrada de los llanos orientales.

Foto tomada de www.culturagenial.com

Las condiciones en que se ambienta la novela es recreativa desde lo cultural, muestra como el desarrollo educativo del país era incipiente, la sola idea de que alguien tuviera una pluma de escribir en el campo erra irrisoria; las mujeres de la ciudad y de clase modesta con que supieran leer y escribir era suficiente, lo importante era que supieran un arte u oficio especialmente la costura o modistería, todo dirigido a satisfacer las necesidades del hogar y el marido; esto denota una particularidad dentro de la narración que se hace en la novela porque nos acerca a las condiciones de analfabetismo no solo educativo sino cultural de la época atravesada por la colonización de territorios baldíos y la producción cauchera.

Para Colombia el hecho de haber perdido parte de su territorio por culpa de guerras intestinas de carácter ideológico a comienzos de siglo, significaba vergüenza internacional, perdida económica por el Canal de Panamá y un desequilibrio territorial. Los gobiernos de turno después de este suceso buscaron afianzar al país en la producción de caucho, por ello era necesario consolidar y acentuar la presencia de colonos en el vasto territorio de la amazonia, que en otrora, únicamente adentrado por los misioneros católicos que, en nombre del Estado “educaban”, formaban parroquias y “civilizaban” a los nativos; eran territorios dominados por la Fe, hasta que la ambición del caucho llevo a que el Estado mirara nuevamente esta zona estratégica para el país; debido a que Colombia no era la única que tenía intereses en este producto, se produjeron choques entre trabajadores de distintas nacionalidades sudamericanas, adentrándose en el territorio vecino cada vez más que desencadenó en conflictos, por citar está el conflicto bolivio-brasileño por la región del Acre el cual fue diplomáticamente ganado por el gigante de Sudamérica y el que nos interesa de fondo: el conflicto colombo – peruano, en donde el vecino país reclamaba parte de la Amazonia hasta el Caquetá y Colombia se negaba a ceder el puerto de Leticia sobre el rio Amazonas. Para nuestro país esta victoria significó, una reasignación del ser colombiano, afianzamiento en las FF.MM y un nacionalismo, que para ese punto de la historia era sostenible.

Foto tomada de www.revistaarcadia.com

Dentro del análisis que se hace a lo que fue para Suramérica la extracción industrial del caucho, se llega al punto de la falta de memoria histórica de los gobiernos por las atrocidades cometidas por los inversionistas, capataces y reclutadores de personal para los extensos terrenos destinados para tal fin; un punto de no retorno, el cual el caucho fue el detonante del siglo XX para la selva Amazónica: una deshumanización de capacidades enormes, desplazamiento forzado a comunidades enteras de indígenas, violaciones, vejámenes, mutilaciones y torturas tanto individuales como colectivas recolectadas en La Vorágine y por el autor norteamericano Wave Davis; en ellas se narra con crudeza lo salvaje y dantesco, la forma de dominación por parte de las firmas que comercializaban y los patronos encargados de mantener el statu quo de la industria; esto nos afirma de que la violencia y sus hechos, han hecho parte activa de cada parte del territorio y la Amazonia no ha sido inmune a ello; ¿Quién escucha la voz de los inocentes, los sin nombre, los no atendidos por un Estado alejado de la problemática social, quien entraría a defenderlos, a escucharlos siquiera?. El estado colombiano tiene una deuda histórica con el pasado de los Huitotos, Guahivos y demás, que se sometieron a los vejámenes de la industrialización del norte y el afán del dinero, sin importar a quien hay que aplastar, sin importar las creencias ancestrales sobre el territorio, su distribución, su cosmogonía. Colombia está hecha sobre la violencia tanto social como política.

Los hechos sucedidos posteriormente con los grupos armados ilegales, que asemejan lo sucedido con los grupos indígenas, no deja de sorprender y de dejar un silencio de cómo el país está firmando su destino, pero más allá se palpa que el desconocer nuestra historia nos vuelve ignorantes de nuestro ADN como país, el ignorar lo desastroso que fue para algunos colonos y para las comunidades indígenas, la producción de caucho. Las desigualdades sociales que se cruzan en la novela, ambienta una falta de reforma agraria, la necesidad de los grandes terratenientes de tener tierras para ganado vacuno, y causa una particularidad que a lo largo de nuestra historia, el paramilitarismo ha sido una forma eficiente para controlar el territorio. Un para estado dominado por quienes controlaban el estado, es contradictorio, en la medida en que la morfogénesis social y espacial del territorio, era concurrente tener las dos formas de administrar lo público.

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En La Vorágine, el autor recrea perfectamente la problemática vivida, por los indígenas tratados como esclavos y los caucheros, sin exagerar; en la travesía por los llanos y el Vichada, es una novela de denuncia social, con leerla se impacta uno por las narraciones de dichos vejámenes, sin que el autor caiga en moralismos absurdos, ni pendencieros, de ahí desde mi punto de vista, recae la importancia de la obra. Un personaje que recrea un poco la problemática social es Pepe Morillo Nieto llamado El Pipa, en el se mezclan la astucia, el desprecio social, y como sus influencias le dieron para algo anecdótico: el pueblo por cárcel, sin embargo, nadie le hace observancia y ocupa una dignidad dentro de la administración pública municipal.

Las pretensiones sociales, culturales y económicas de finales de siglo XIX y comienzos del XX, produjeron un cambio notable en el territorio, la producción cauchera desembocó en formas de producción ambiciosas, demasiado extractiva y acabando con el devenir natural de las comunidades indígenas y caucheros, que se vieron sometidos a toda forma de vejámenes llegando hasta la esclavitud y la tortura, la apropiación del territorio amazónico era fundamental, por ello el caucho como una principal causa del conflicto colombo – peruano, que terminó en la consolidación de Colombia sobre el rio Amazonas y el nacimiento de un nacionalismo.

Si bien en Colombia se estaba terminando de gestar la colonización antioqueña y el auge de la producción del Café y su posicionamiento como producto insignia, el país no llegaba a una consolidación económica, las guerras intestinas no dejaban consolidar el proyecto de país, por ello el caucho fue un asomo del país de forma ambiciosa de poder acentuar la inversión extranjera, no obstante, como afirma el autor Eduardo Galeano en su obra insignia: nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros; los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno.

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En esta obra de gran significado para reivindicar, lo que ha sido Latinoamérica para los llamados países desarrollados, el autor hace una reflexión profunda desde la colonia española, plantea como la división a la que nos sometieron, han producido parte de nuestras desgracias; es interesante el planteamiento ideológico y de praxis que hace Galeano sobre la guerra del caucho, una pelea que dejó muerte, destrucción y desigualdad, para los pobres de los más pobres de Latinoamérica, los grupos indígenas no pudieron evitar sucumbir ante la invasión de las armas, las intimidaciones, las torturas y la falta de apoyo gubernamental, que colocara un puente de salvación y de retorno ante el descalabro producido. El problema de la división de la tierra, no ha sido ajeno a estos procesos y aun en nuestros días, es un tema no resuelto y que sigue sembrando y cosechando las esperanzas de los que no tienen nada.

Ante lo cual se hace necesario saber nuestra historia, interpretarla y corregir lo que por cuatro siglos no hemos podido solucionar: la distribución de la tierra; la re significación del deber ser del Estado para con las comunidades indígenas, es necesaria y consecuente tener una memoria histórica sobre lo sucedido; por ello La Vorágine, es un retrato narrativo de lo que Colombia encara hasta nuestros días y que saliendo de las grandes urbes se puede aun notar, que hace falta que los entes gubernamentales fomenten la participación y el desarrollo local, y se generen políticas dignas de reasignación ancestral del territorio a dichas comunidades nativas sin afectar la inevitable posesión de los colonos.

  1. Davis, Wave. El Rio, Exploraciones y Descubrimiento de la Selva Amazónica; Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2001. Páginas 639.
  2. Rivera, José Eustasio. La Vorágine, Editorial Cromos, Bogotá, 1924. Páginas 340.

  3. Galeano, Eduardo. Las venas Abiertas de América Latina. Ensayo, Montevideo, 1971. Página 3.

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