Jean Carlo Mejia Azuero MCL PhD.
Docente e investigador.
Desde cuando comenzamos a trabajar en la estructuración teórico – conceptual del tema de las víctimas miembros de las FFAA (2005), reconocimos que se convertiría en un escenario de confrontación estratégica en donde se partiría del negacionismo por parte de algunos por razones económicas o estatocentristas (MDN por ejemplo) y otros con argumentos sobreideologizados basados en el odio al enemigo, o sea al soldado, policía y sus familias (grupos armados al margen de la ley y pocas personas en la legalidad, con gran influencia nacional e internacional).
El discurso del heroísmo se entronizó en unas instancias pero logramos revertir con gran éxito los argumentos para mostrar evidencia irrefutable a nivel histórico, sociológico y antropológico pues es imposible concebir una contienda bélica en donde solo un actor sea el victimario (o sea el estado en casos de conflictos armados no internacionales). Ese es un argumento contrafáctico.
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De esa forma se logró demostrar la necesidad de estructurar el concepto de víctima militar y policial o víctimas miembros de las FFAA.
Algunos negacionistas creían que el tema se circunscribiría simplemente al tema de la indemnización cuando el concepto de reparación en el mundo se pretende integral en casos de violencia estructural e incluso a nivel penal tradicional .
En palabras claras nadie repara integralmente a un héroe, nadie habla de los soldados anónimos.
Eso afortunadamente fue entendido en el mando militar y policial en su momento y se crearon estructuras esenciales que hoy deberían tener incluso muchas más herramientas para actuar.
Pero la vida real es distinta, nadie debe ser anónimo, no existe ninguna posibilidad de que el término héroe sea excluyente del término víctima y es evidente que existen muchos casos de heroísmo que no representan victimización.
Imagen tomada de dw.com
Claramente desde la orilla del odio y el rencor por el considerado «enemigo», las derrotas en el campo de la jurisdicción constitucional resultaron evidentes.
Desde la sentencia C-456 de 1997, se le recordó a unos cuantos que soldados y policías no son cosas sino humanos y que como tal tienen derechos, libertades y garantías, luego seguirían sentencias como la C-575 del 2006, la C-080 del 2007 o la C -029 del 2009.
Las derrotas judiciales en esos escenarios fueron completas, seguramente harán alusión algunos a la aplicación de guerra judicial o lawfare, pero esa Corte Constitucional fue considerada en esos años como «progresista», concepto sin consenso alguno a nivel mundial como el de justicia transicional.
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4 de agosto de 1819. Batalla de Pienta. (Charalá, Santander)
A estas alturas, ya en la segunda parte del año, con un gobierno que empieza a sentir descender el sol entre espesas nubes, el tema de las víctimas miembros de las FFAA se encuentra en el centro del reconocimiento del soldado ciudadano, del policía ciudadano, además como garantía de no repetición.
El reconocimiento es en la práctica mínimo en varios ámbitos, entre ellos por la inexplicable omisión de producir una política sectorial de víctimas miembros de las FFAA.
Pocas veces un gobierno se empeñó tan a fondo ante la Corte Constitucional como cuando se presentó la demanda contra el parágrafo del artículo tercero de la ley 1448 del 2011 sobre la indemnización como reparación integral de los miembros de las FFAA, un artículo cuya redacción fue totalmente desafortunada en 2011.
Pero ahí sí quedó tallada en piedra la sentencia C-161 del 2016 en donde palabras más, palabras menos se les dice a las víctimas miembros de las FFAA que no hay recursos. Recursos económicos y que las normas existentes a nivel de indemnización son suficientes…
Imagen tomada de acore.org.co
Es evidente que esta providencia judicial no impide que las víctimas miembros de las FFAA apliquen criterios de litigio estratégico, más con la llegada de la ley 2113 del 2021.
No hay que perder de foco que la gran mayoría de víctimas miembros de las FFAA, son soldados y policías sin medios y recursos económicos.
Los avances notorios, impensados hace pocos años en memoria, memoria colectiva, individual e histórica, se han sustentado en ya 27 descripciones de hechos victimizantes contra militares y policías, la mayoría de estos desconocidos por la JEP y la CEV o negados por algunos sectores radicales.
Es impensable en consecuencia que se pretendan crear curules para la paz y que se dejen por fuera una vez más a los miembros de las FFAA victimizados por un adversario sanguinario e inhumano en esos mismos territorios seleccionados en los acuerdos.
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El representante a la Cámara José Jaime Uscátegui, un ser humano leal, valiente y coherente con sus principios, plantea una obligación indelegable e improrrogable del gobierno, del estado y sobre todo de la sociedad, a través de una una gran columna en el diario El Tiempo del día de ayer, la lealtad no se demuestra en los discursos, sino en los hechos. Uscátegui ha sido leal.
Tristemente Colombia no ha reconocido todavía y a plenitud al soldado y policía como ser humano y menos aún como ciudadano.
Los recientes actos de victimización contra policías en medio de la protesta social son otra evidencia. José Jaime, gracias por ser fanal en medio de tanta oscuridad. Gracias por comprender que no es tiempo de callar.
José Jaime Uscátegui Pastrana. Imagen tomada de Twitter @jjuscategui
«Ahora la palabra la tiene el Gobierno Nacional. Si el Presidente de la República no decide rechazar este adefesio jurídico o introducir claridades en desarrollo de la reglamentación que le compete, las víctimas de la Fuerza Pública y las principales víctimas de las Farc quedarán condenadas al ostracismo electoral.’ José Jaime Uscátegui.
https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jose-jaime-uzcategui/curules-especiales-de-militares-y-policias-jose-jaime-uscategui-610317