Jean Carlo Mejía Azuero. PhD
Profesor de Derecho Penal Internacional.
La República de cocada (cercana a la República de los cocos, nación protagonista de la película su excelencia de Cantinflas), se encuentra en guerra desde hace más de cincuenta años. A la guerra, que ha generado casi diez millones de víctimas, la llaman «orden público». Son múltiples los actores armados de acuerdo con la prescripción objetiva de las normas internacionales humanitarias.
Hace pocos años en Cocada, se hizo un acuerdo para terminar con el conflicto armado con uno de los actores ilegales más antiguos del mundo, las fuerzas negacionistas de Cocada (fuerc) . Entonces se vendió como la paz total y completa; todos muy ilusionados en el mundo eso sí.
Sin embargo hoy Cocada esta llena de disidencias, reincidentes y los grupos ilegales, a los cuales a cada rato se les llama de diferentes nombres; por ejemplo banditas tinieblas (Batin), o grupos armados hasta los dientes (GAD).
Pero esto ha pasado siempre en Cocada. Aquí nada es nuevo, ni siquiera la amnesia. No obstante cuando se revisan las normas por los expertos todo llega a la misma conclusión frente al drama actual: el artículo 3 común de los convenios de Ginebra, el protocolo adicional II de, 1977 y al derecho consuetudinario humanitario de amplia aplicación.
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En la republica de la Cocada no existe ley de seguridad y defensa, ni marco legal sobre el uso de la fuerza y los militares parecen policías y los policías a veces militares. Igual a los políticos cualquier uniformado les parece que es igual. Todo muy particular. Ante verdaderos nudos gordianos, las valerosas fuerzas armadas, parecen frente a los políticos y sus decisiones para el «futuro» , como gatos mirando la luz roja de un apuntador.
En la República de Cocada no existen normas esenciales pero otras hasta se repiten una y otra vez, en diferentes años, se lleva orquesta y todos celebran y al final preguntan: ¿para qué sirve esa, ley?. El pueblo de Cocada siempre olvida. Ese es el valor de una democracia profunda, dirían teóricos expertos. Cocada es un país de muchos expertos y doctores expertos.
Pues bien, en Cocada faltan normas, pero sobran organismos internacionales. Todos interesados en opinar, también a veces de manera peculiar.
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En la República de Cocada, trabaja una oficina muy importante de un organismo ultraterrestre que más allá de lo agreste, del terreno, dice defender a toda la población. En una reunión con las fuerzas del orden y otras autoridades en la región más apartada del estado, recientemente indagaron por la muerte de varios miembros de uno de esos grupos reincidentes, que perfectamente armados y uniformados se encontraban al momento de la neutralización. Los delegados del organismo internacional argumentaron que se trataba de una grave violación de derechos humanos.
Las autoridades civiles y militares indicaron que era una operación legítima en DIH, dentro de un contexto de conflicto armado y de acuerdo con una información de inteligencia y un planeamiento estricto. Demostraron los militares y policías todos sus profundos conocimientos en derecho humanitario, derecho constitucional, jurisprudencia y casi que recitan las normas consuetudinarias acuñadas por el CICR. La respuesta de los delegados fue tajante: es para nosotros una grave violación de derechos humanos y así quedará consignada en virtud de que su gobierno niega la existencia del conflicto armado.
Ante tal respuesta los interlocutores castrenses volvieron a quedar como los gatos cuando persiguen la luz roja del apuntador. Pero esta vez la luz provenía del espacio ultraterrestre que trabaja más allá de lo agreste, del terreno, por toda la población. Menos mal que esas son cosas que pasan en Cocada. Nos hemos salvado.
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