Jean Carlo Mejía Azuero. PhD.
Postdoctorado UNAL.
Profesor Titular Universidad Católica de Colombia.

Para la memoria de un pueblo que no conoce ni exalta a sus propios héroes;  que no valora su historia, que incluso la elimina de las aulas; van dedicadas estas letras sobre el soldado y General Santander, apenas doscientos años después de una gesta pérdida entre los relatos de los místicos, los historiadores y los sencillos habitantes de lugares protagonistas de nuestra gesta libertadora.

Francisco de Paula Santander no fue solo el hombre de las leyes, el padre civil de la República, el organizador de la victoria, el regente de la instrucción pública con un legado que llega hasta nuestros días,  y el soporte logístico de la independencia de seis estados. No, Santander fue un valiente y virtuoso  hombre de armas, que se batió con fiereza singular como líder de la  Vanguardia granadina en Paya, Gámeza, El Pantano de Vargas y en el mismo Teatinos el 7 de agosto de 1819.

General Francisco de Paula Santander

Santander representa el honor y pundonor, la gallardía y entereza del soldado colombiano luego de dos siglos. Por eso su estatua está frente del puente donde se configuró el momento decisivo para la independencia de la Nueva Granada, la que luego se sellaría en el lago de Maracaibo en 1823 con la excepcional victoria del Almirante José Prudencio Padilla, genio patriota excepcional, también olvidado tristemente.

Santander y su gesta soldadesca  además nos recuerda que el seguimiento de las normas es imprescindible para la victoria en cualquier campo de la vida. De allí el hermoso sentido del himno de la Escuela Nacional de cadetes de Policía, que todo colombiano debiera conocer y entonar: «Nuestra fulgida espada es la ley , con que patria nos dio Santander.»

El arrojo de Santander y patriotas como los Coroneles Fourtul, Obando, Arredondo, José María Cancino; así mismo de los Mayores Joaquín París y Ramón Guerra tuvo su cúspide  en la ya olvidada junta de guerra en el Llano de Miguel en 1819 tal y como nos recuerda Pilar Moreno de Ángel (en Santander, 2019. P. 272), y Camilo Riaño (La campaña libertadora, 1969, P. 153); de esa forma se entiende que el soldado colombiano está dispuesto a ir hasta su propio sacrificio con tal de obtener la libertad de sus conciudadanos, eso va en su ADN. Por ello jamás un soldado de verdad contra su propio pueblo se habrá de regresar.

Estatua del General Francisco de Paula Santander en el Puente de Boyacá

En palabras de Camilo Riaño : «La junta de guerra del llano de Miguel quedará en la historia militar de Colombia como el momento culminante que decidió la Campaña libertadora de 1819», lo cual compartimos plenamente.

Y debe decirse con carácter y entereza, además con todas las letras, qué esta tierra, esta nación que se bate en medio de violencia y polarización; tratando de superar la premodernidad, ha sido injusta con el Santander soldado, como también lo ha sido Colombia y Venezuela con Anzoátegui, el General olvidado.

Pero bastan las mismas palabras de Bolívar el libertador, expresadas desde el Socorro, cuna de la libertad de América y reconocida por ser propulsora de los primeros principios del constitucionalismo latinoamericano (Principios constitucionales del 15 de agosto de 1810.), Las que se constituirán en evidencia irrefutable de las condiciones del General Santander como ejemplo del militar colombiano, veamos:

«¿No fue Vuestra Excelencia el primero que levantó un ejército para oponerse a la invasión de Casanare por nuestros poderosos enemigos? No fue V.E. el primero que reestableció el orden y una sabia administración en las provincias libres de la Nueva Granada? ¿No fue V.E. el primero en apresurarse a dar complemento a su libertad? ¿A abrirnos el camino por las Termópilas de Paya? ¿No fue V.E. el primero en derramar sangre en Gámeza y el primero en Vargas y Boyacá en prodigar su vida?». (Carta de Simón Bolívar al vicepresidente de Cundinamarca. Cuartel General del Socorro. 25 de febrero de 1820. Roberto Cortázar. Correspondencia dirigida al General Francisco de Paula Santander)

General Francisco de Paula Santander pasando por el Páramo de Pisba – Imagen tomada de www.museonacional.gov.co

Por eso en el Bicentenario del Ejército Nacional se debe no solo recordar y emular a Santander y su actuación militar y luego constructora de nuestra civilidad; en estas épocas donde todo se mueve en medio de de una bruma clausewitziana, también habrá que como mantra repetir una y mil veces: Defender la Constitución y la ley no es ni puede ser una frase de cajón, pues sobre ella el militar y el policía sustentan su profesión .

¡Loor a los herederos del legado de Santander, Cordova y Padilla!

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